Detrás de la obra
Mi trabajo artístico surge desde una necesidad profunda de capturar sensaciones que oscilan entre la nostalgia, el poder, la esperanza y el misterio. Me interesa lo extravagante, lo exagerado, lo que vibra entre lo emocional y lo visual. Cada obra es un fragmento de algo que siento y no siempre se puede explicar con palabras, pero sí con color, forma y textura.
Utilizo técnicas mixtas como acrílico, marcadores, óleo, tiza y aerosoles, ya que me permiten expresar con libertad cada capa de emoción y detalle. No busco la perfección visual, sino que la verdadera perfección esté en lo sentido: en cada trazo, en cada rincón imperfecto donde habita una historia.
Mi intención como artista es que el espectador descubra los detalles que existen más allá de la superficie: que lo imperfecto revele belleza, que cada pincelada tenga alma. Quiero que mi obra se sienta antes que se entienda. Que los detalles hablen por sí solos, incluso cuando parecen estar ocultos.
Mis influencias van desde los grandes maestros como Diego Velázquez, Cézanne, Monet y Dalí, hasta el gesto enérgico de Pollock y la profundidad simbólica de Georgia O’Keeffe. Me inspiran movimientos como el cubismo, surrealismo, expresionismo, pop art, art déco, fauvismo, minimalismo, arte conceptual y la Bauhaus, los cuales me ayudan a construir un lenguaje híbrido entre lo racional y lo emocional.
El arte ocupa un lugar nuevo en mi vida, pero siempre estuvo allí, latente. Desde niño fue parte de mi entorno, aunque durante mi adolescencia la música tomó protagonismo. Hoy, busco entrelazar ambas disciplinas como un todo expresivo: una manera de convertir mis cualidades múltiples en una experiencia artística total, visual y sonora, que conecte con el público desde lo más íntimo hasta lo más explosivo.